Aunque en el discurso institucional y estatal en Colombia el tema del post -conflicto es el eje de las acciones y discusiones, a orillas del Baudó, el segundo río más importante del Chocó, la guerra sigue encendida. Más de 180 comunidades afros e indígenas se levantan a lo largo de la ribera del río Baudó, en el Chocó. El Baudó, que en lengua Noanamá significa “río de ir y venir”, es una de las regiones más pobres del departamento más pobre de Colombia.
Estas poblaciones de difícil acceso (fluvial o helicóptero) son territorios colectivos de comunidades afros e indígenas que continúan en el fuego cruzado, confinadas, desplazadas, asesinadas y caminando sobre el polvorín que los restos de armamentos han dejado en sus territorios. FARC, ELN y AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia, conformado al parecer por grupos paramilitares post desmovilización: Rastrojos y Águilas Negras) están asentados en la zona, mientras la presencia del Estado se traduce en efectivos el ejercito y glifosato que cae del cielo no solo sobre los cultivos de coca sino sobre la yuca, el maíz, el arroz, el plátano y las cabezas de los locales. Aquí, con la zozobra, la pobreza y el miedo, la guerra es un asunto del presente. Aunque los grupos se desmovilizaron, aunque se firme con las FARC en la Habana, aquí, en esta otra Colombia, la gente y sus territorios siguen dibujados como un blanco en el mapa.
Más fotos en mi web: http://www.anakarinadelgado.com/#!buado-rio-de-ir-y-venir/c1uf8
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