Mientras estaba arrodillado frente a su chaleco táctico con un fusil, una pistola, proveedores, un par de granadas, una cuchara y algunas pequeñas fotos de gente que ya no vive enmarcadas en un llavero de plástico, El Pollo recordaba su pequeña ciudad enclavada entre dos de las tres cordilleras en que se dividen Los Andes al entrar a Colombia. Pensaba en las calles, en la escuela. Pensaba en su barrio, pensaba en iglesias, en el río, edificios y callejuelas. El Pollo pensaba en Neiva.
Cuando cumplí los 13 años me vine pa’l monte. Aquí no me querían recibir
por ser chiquito, pero a lo último determinaron de que sí, que me
quedaba. Con el tiempo me volví más grande, fui cogiendo cuerpo de
hombre, y nunca más volví a ir por mi casa. Mi destino era ser
guerrillero y es lo que soy. Guerrillero de la Primer Compañía Sonia la
Pilosa, de la Columna Móvil Teófilo Forero. [ SIC]
-Nosotros no somos sanguinarios, como dicen. Nosotros queremos lo que
quieren los demás, queremos vivir. Si las mamás y los familiares de los
otros sufren, las de nosotros también, por eso no queremos más guerra,
que no haiga más sangre, esa decisión está tomada y se respeta. A ratos,
uno combate con un soldado y él se muere o uno se muere, y eso es por
cuestión de balas que vienen de acá y allá, ellos lo matan a uno y uno a
ellos, pero no es porque uno quiera, es porque toca. No son ganas de ir
a matar, no, no es así. Yo no soy así, nosotros no somos así.
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