Hacía horas que ninguno hablaba. Ahora ni siquiera
se miraban, ya no sentían ninguna curiosidad, ningún interés por ocupar los
pensamientos en algo que no fuera eso, ahí, ellos. El pudor también había
terminado por esfumarse con el tiempo. Que los cuerpos se vieran de ese color
enfermo, que hedieran así, tan diferente al olor de cualquier cosa realmente
viva, ya no le importaba a ninguno.
Cuando la sombra de las
enormes alas dibujada en el suelo se fue haciendo más pequeña, hasta que quedó
casi cubierta por el ave gigantesca, la mayoría ya había muerto.
Excelente, inquietante, macabro!!! Con la tesitura de Lovecraft...simplemente me parece fantástico
ResponderEliminar(Del que te lee desde el ombligo de la luna)