Febrero
2014. Protocolo de Smara, Campamento de refugiados Saharauis en el sur de
Argelia
He visto las fotos de Hasana y su novia española de
vacaciones en España, y luego les he mostrado algunas de las mías sobre Colombia,
unas tomadas durante el paro agrario del 2013 y otros tantos retratos de
nuestros indígenas. Las de él eran
imágenes de momentos felices y ligeros (uso ligero aquí para hablar de algo
maravillosamente volátil, no como algo superficial) las mías estaban cargadas
de otra cosa, un hálito pesado. Al
verlos y oírme a mí misma contarles historias sobre las fotos, ratifico que lo
que me llama a buscar a los indígenas y a los saharauis es su semejanza, su
lucha (cualquiera sea el medio) por esquivar lo que otros -más grandes, a lo
mejor más fuertes desde alguna perspectiva- han abusivamente decidido que fuera
su destino. ¡Cómo si el destino
funcionara de semejante manera¡ –Como
nosotros, dice Abdala mirando alguna de mis imágenes. Son estas las causa que algunos –incluso yo,
con mi cinismo de otro tiempo- calificarían de perdidas. Las luchas del débil, del aparentemente débil
porque es juzgado como tal por el autodenominado fuerte. A lo mejor lo que no entendemos es la lucha y esto nos hace juzgar
en términos de vencedor y vencido algo que es más poderoso, tan de otro
material, tan de otro terreno. Y no digo
esto como si lo entendiera, lo digo porque lo intuyo, como intuyo el frio al
oír el rugir del siroco afuera de mi habitación 01 del protocolo de Smara.
Más fotos en mi web: http://www.anakarinadelgado.com/#!inshaallah-la-vida-entre-parntesis-/c2ra
No hay comentarios:
Publicar un comentario